martes, 5 de febrero de 2008

¡Tu silencio me mata!

Encuentro apasionante discutir pero no es discusión si la otra persona no participa. Siempre he pensado que cuando las emociones están a flor de piel se puede aprender las cosas que tu razón reprime. Sin embargo, mi novia en esas situaciones solo se queda en silencio y con eso me mata.

El tipo de discusión que tengamos es lo de menos. Por ejemplo; hoy discutimos sobre mi posición sarcástica frente a su experiencia con una profesora que profetizaba la existencia de la energía espiritual. Espiritualidad que en ciertos niveles me agrada y acepto. A pesar de esto, ella solo se concentró en el sarcasmo de mis palabras y comenzó con su ritual del silencio.

No es cualquier silencio, es un silencio con piel de cordero y cuerpo de loba que desgarra cada vena de mi cuerpo extasiado por la necesidad de una confrontación amistosa. Es un silencio despectivo que rompe mis tímpanos y quiebra mi lógica del caos.

Ella sabe manejar muy bien su silencio. No es el hecho que su boca no emita ningún fonema sino que su cuerpo entero se calla. Reposa en medio de la discusión y me deja al borde de un coma cerebral.

En este caso mi respuesta se convirtió en una epilepsia de palabras sin control. Con dicho estado caí en la necesidad de salir de su cuarto, ya que me ahogaba con mis palabras y su silencio. Sólo llegué a decir que me sentía incómodo y que me retiraba. Ella y su silencio me abrieron la puerta.